La disfagia, una secuela importante en pacientes ingresados por COVID-19

 

La disfagia orofaríngea es la dificultad para tragar los alimentos y las bebidas. Además, incluye los atragantamientos (en los que parte de ese líquido o comida se dirige a la vía respiratoria) y cualquier dificultad en el proceso de la ingesta de un alimento. Se trata de un trastorno de la función deglutoria que acompaña a otras enfermedades, como el ictus, las enfermedades neurodegenerativas, algunas infecciones graves, y también va asociada a la edad.

Un estudio del Hospital de Mataró, dirigido por Peré Clavé está analizando la aparición de disfagia orofaríngea y de desnutrición en las personas ingresadas por coronavirus. Según los primeros resultados del estudio, se estima que la disfagia afecta al 53,1% de los pacientes ingresados por coronavirus y el 75% de los pacientes Covid-19 presentan un alto riesgo de desnutrición en el ingreso.

Las principales causas por las que un paciente con Covid-19  puede desarrollar disfagia son: el haber estado intubados, la perdida  de gusto y de olfato (la fase preparatoria se va a ver afectada porque la salivación no se hará de manera correcta y eso podría influir en la formación y transporte de bolo)  y la insuficiencia respiratoria( que se pierda en cierto modo el ciclo deglutorio-respiratorio)

Diagnosticar la disfagia en pacientes que se están recuperando del Covid-19  y tratarla correctamente desde el inicio, ayudará a mejorar la calidad de vida de las personas evitando complicaciones como la deshidratación, malnutrición y evitando neumonías aspirativas.  Es por esta está razón por la que es muy importante una rehabilitación logopédica cuyo principal objetivo irá dirigido a rehabilitar la musculatura orofacial, enseñar técnicas compensatorias, ayudar mantener un correcto control postural e higiene oral y  realizar cambios de textura en la alimentación para que esta sea segura y eficaz.

 

Artículo escrito por Sandra Serrano, logopeda del Centro Isabel Olleta

Recuperar el habla después de la covid-19

Ayudar a los pacientes a que recuperen su voz o a que puedan volver a comer es una de las labores más importantes, y muchas veces desconocida, de las logopedas que trabajan en el Complejo Hospitalario de Navarra (CHN), quienes estos meses de pandemia han reforzado la atención en UCI ante el gran número de personas que han requerido estos cuidados.

Loli García Castro e Irene De la Fuente Robles realizan tratamientos en UCI y en planta a diario, tanto con personas que han sufrido alguna enfermedad neurológica (por ejemplo un ictus) como con las que ha sido ingresadas por coronavirus. «Son pacientes que han estado mucho tiempo intubados y con respiración asistida, entonces aparecen problemas de voz, de coordinación fonorespiratoria y con la alimentación, ya que hay una disfagia (dificultades para tragar)», señala De la fuente.

Su labor como logopedas consiste «sobre todo en apoyar la decanulación y el destete, es decir, que los pacientes dejen de respirar con la máquina y empiecen a hacerlo por ellos mismos; y que consigan comer. Durante ese tiempo la laringe ha tenido un peso extraordinario y todo está como descoordinado, sin fuerza: la laringe, la lengua, las cuerdas vocales… Y nuestro trabajo consiste en que cada órgano y musculatura vuelva a hacer la función que tiene», explica.

En el proceso intervienen diferentes profesionales, que están siempre en coordinación, y son los médicos rehabilitadores los que detectan quiénes necesitan la intervención de las logopedas y en qué momento. «Empezamos a trabajar cuando el paciente está más colaborador, porque hay parte del trabajo que podemos hacer de manera pasiva, pero es un trabajo activo, y por ejemplo algunos que han estado sedados», aclara García.

La duración del tratamiento depende de los ejercicios que aguante el enfermo, y se centra en recuperar el tono y la movilidad de la lengua, la laringe, los labios y los mofletes para que pueda volver a hablar y comer. «Vamos trabajando la voz, y una vez que el paciente es capaz de manejar sus propias secreciones, cuando está preparado, hacemos un test para ver si puede comer o no y, si puede, determinamos qué alimento, qué consistencia y cuánta cantidad», apunta. En esta etapa también están en contacto con los técnicos de nutrición.

MEDIDAS QUE DIFICULTAN EL TRABAJO 

Uno de los retos a los que se enfrentan las logopedas es a trabajar cumpliendo las medidas de seguridad. «Es muy complicado porque el tratamiento que hacemos es dentro de la boca, y eso genera aerosoles, que es lo más peligroso para quien está alrededor. Hay que tener mucho cuidado, y trabajamos con EPIs», confiesa De la Fuente. Su compañera añade que es una situación «difícil porque el paciente no te puede copiar el modelo y hay una pérdida de información», aunque «hay que hacerlo así por seguridad, porque no nos podemos contagiar y dejar de atender al resto».

A pesar de esto, De la Fuente opina que «las logopedas estamos haciendo un tratamiento intensivo, muy necesario y que les está viniendo bien. Es mucho volumen de trabajo, pero estamos contentas porque vemos que funciona y les estamos ayudando a mejorar», apunta. Algo que, afirma, también es importante para los pacientes, quienes se han visto afectados emocionalmente. «Muchos han estado incomunicados y han estado bajitos de moral, pero van dando pasos y se van sintiendo mejor», señala García.

Artículo publicado en noticiasdenavarra.com