GALERÍA DE IMÁGENES: Presentación del libro “Atención Temprana del niño con déficit auditivo de 0 a 6 años: cómo asesorar e informar a la familia en todo su desarrollo”
El pasado 11 de mayo tuvo lugar el acto de presentación del libro “Atención Temprana del niño con déficit auditivo de 0 a 6 años: cómo asesorar e informar a la familia en todo su desarrollo” en el Centro Cultural Ibercaja.
Tras la presentación realizada por Pilar San Martín en representación de AEDA, Caridad Garijo, Marisa Poch, Marta Zabaleta, Mónica Sanz e Isabel Olleta, hablaron de su experiencia profesional y del orgullo que sienten por los avances en la detección y el tratamiento de la hipoacusia en edades tempranas.
Este libro está elaborado por cinco profesionales y editado por AEDA y, sin duda, refleja un antes y un después en lo que se puede ofrecer a los niños y a las familias.
¡¡Gracias a todos los asistentes por contribuir a que la evolución sea una realidad!!
Isabel Olleta
¿Cuántas veces hemos escuchado eso de “Ya hablará”, “al final todos hablan”?
¿Cuántas veces hemos escuchado eso de “Ya hablará”, “al final todos hablan” o “el mío tenía cuatro años y aún no hablaba nada y ahora, ya ves, no calla”?
Parece que en general no tenemos una idea clara de cuándo un niño tiene que empezar a hablar o tiene que hablar bien. Hay infinidad de tablas y estudios que nos dan unos hitos básicos en el desarrollo del lenguaje y que nos dicen que el registro fonológico no está cerrado hasta los 7 años de edad, es decir, que un niño está aprendiendo a hablar los primeros 7 años de su vida y no es demasiado preocupante que determinados sonidos no estén presentes en su lenguaje oral a determinadas edades.
Sin embargo, la primera referencia es fácil, un niño de dos años tiene que manejar un vocabulario mínimo de 50 palabras y realizar frases de dos elementos, y un niño que empieza su periodo de escolarización en la etapa de infantil tiene que ser capaz de expresar sus deseos y necesidades por medio del lenguaje y que dicho lenguaje sea inteligible para cualquier persona que se comunique con el niño y no sólo con sus familiares más cercanos.
Frente a esto, encontramos que hay un tanto por ciento elevado de niños que empiezan el colegio y presentan algún problema de lenguaje que puede ir desde una simple “lengua de trapo” hasta un trastorno de su desarrollo, en el que quedarían englobados los aspectos no solo expresivos sino también comprensivos, comunicativos, afectivos y sociales del lenguaje.
“Los límites de mi lenguaje, representan los límites de mi mundo”.
-Ludwing Wittgenstein-
La mentira del «ya hablará»
A menudo las alarmas saltan en los padres cuando en la guardería o enel colegio ven a sus hijos con los otros niños de su edad y se dan cuenta de que “los suyos no hablan”. Esa primera duda que asalta a las familias marca el momento de tomar parte en el asunto y consultar con un profesional.
No todos los niños que con dos años no hablan van a desarrollar posteriormente un trastorno del lenguaje, pero sin duda, la detección precoz y la atención temprana de las posibles dificultades es la manera de minimizar las consecuencias de las mismas. No hay motivo para esperar más.
En el desarrollo del lenguaje el tiempo juega en contra y son los profesionales del lenguaje junto con los padres, los que deben decidir si empezar o no una terapia logopédica, la temporalidad de la misma y los objetivos a cumplir.
En definitiva, la comunicación y el lenguaje (oral, gestual, pictográfico…) son el vehículo para un desarrollo pleno como personas y seres integrantes de una comunidad hablante, y por ello es necesario que los niños adquieran esas habilidades cuanto antes. El “ya hablará” no es una opción, hay que recuperar el tiempo perdido y cuánto antes se haga mejor.
Artículo escrito por Mónica Sanz, logopeda y coordinadora del Centro Isabel Olleta
Isabel Olleta
Leo y sus audífonos: explicando las deficiencias auditivas a los niños
“Leo y sus audífonos” es un cuento entrañable, dirigido principalmente a niños, para que puedan comprender qué es lo que sucede cuando alguien es sordo. Explica de manera sencilla cómo a un niño con pérdida auditiva se colocan dos audífonos para poder escuchar.
El objetivo principal de “Leo” es que aquellos niños con pérdida aditiva puedan entender qué es lo que les ocurre. Con ello pretendemos que estos pequeños experimenten el menor grado de ansiedad posible ante esta situación.
Además, se convierte en unaherramienta estupenda para que los profesores puedan usarla en el aula. Así, los amiguitos de estos niños podrán conocer qué es lo que le ocurre a su compañero y lo normalicen como una característica más, igual que puede ser el color de pelo o la altura.
¿Qué le ocurre a Leo?
El cuento narra de manera divertida la historia de Leo, un cachorro león muy juguetón que, al igual que el resto de sus compañeros, quiere pasárselo bien, aprender en el cole, hacer deporte y jugar en los cumpleaños. En definitiva, quiere ser un niño como los demás.
¿Qué ocurre? Que por el momento no es posible porque parece estar “desconectado” de lo que le rodea. Leo está triste porque no entiende lo que cantan sus amigos para pasárselo bien. Tampoco comprende las explicaciones de la profesora.
Para colmo, a la hora del recreo prefiere quedarse solo porque, cuando intenta jugar con los demás, no entiende muy bien lo que dicen. A Leo le gusta mucho ver la televisión pero solo puede hacerlo si la pone a todo volumen (algo muy molesto para sus hermanos).
¿Cómo se detecta la sordera de Leo?
Su profesora se da cuenta de que algo pasa con Leo, por lo que avisa a su mamá para ponerla al tanto de la situación. Sin pensárselo, la mamá decide comentárselo al médico de familia. El Dr. Young, muy sabiamente, le aconseja que acuda al especialista de los oídos.
En esta visita, Leo juega al “juego auditivo” dentro de una cabina muy bonita con una audióloga de lo más simpática. El juego era sencillo: solo tiene que tirar un dado dentro de un cubo cada vez que escuchara un “BIP”. Efectivamente, Leo tenía una pérdida auditiva en ambos oídos.
Afortunadamente, gracias a unos maravillosos audífonos que le colocaron en las orejitas ya puede escuchar sin problemas. Ahora, Leo puede hacer todo aquello que hasta ahora se estaba perdiendo y lo puede hacer sin molestar a nadie.
Además, Leo cuida sus audífonos como un tesoro en su estuche, y se siente muy mayor y responsable porque ha aprendido a cambiar las pilas él solo. ¡Resultó ser algo muy sencillo! Ahora todo es diferente, Leo es uno más.
La importancia de detectar a tiempo a niños sordos
Un niño debe escuchar siempre al 100% para que la adquisición de su lenguaje y su desarrollo comunicativo sea el adecuado. Este aspecto cobra especial relevancia durante los primeros años de vida, ya que existe un período crítico a la hora de la adquisición del lenguaje que va hasta los 4 años de edad.
Si este umbral tendrá que hacer un gran esfuerzo para recuperar un terreno por el que antes hubiera sido muy fácil avanzar. Cada niño cursará su propia evolución, pero en general se dispone de un periodo de tiempo de unos cuatro años para evitar que las pérdidas de audición tengan efectos considerables en el desarrollo del lenguaje.
Actualmente, gracias a los cribados auditivos en neonatos, es difícil que un niño recién nacido con hipoacusia (sordera) se vaya del hospital sin que se haya detectado. Sin embargo, debemos tener en cuenta que este fenómenos puede ocurrir a posteriori.
La CODEPEH (Comisión para la detección precoz de la hipoacusia) recomienda que se dé un seguimiento en los niños respecto a su audición hasta los 3 años de edad, a pesar de que en la etapa neonatal superaran el cribado auditivo.
Los niños sordos pueden tener el mismo desarrollo que los niños normoyentes
La audición no es un fenómeno aislado e independiente, esto quiere decir que, si falla, se van a ver comprometidos otros procesos del desarrollo global. Un niño que no oye o que no oye lo que debería va a tener dificultades para adquirir el habla oral y, por tanto, no podrá comunicarse.
Afortunadamente, hoy en día esto no supone un problema ya que si a un niño sordo se le proporcionan las ayudas necesarias podrá tener un desarrollo totalmente normal, como el que hemos visto en Leo. Me refiero a la colocación de audífonos o implantes cocleares (dependiendo de la intensidad de la sordera).
Resulta importante tener una visión global de los hitos del desarrollo de la audición que te pueden alertar en el día a día de que un niño NO está escuchando correctamente. En este enlace podrás encontrar dichos hitos por parte de la Asociación Española de Pediatría.
Un niño que escucha es un niño feliz
Al inicio de este artículo hablábamos de que Leo está dirigido a niños, pero lo cierto es que para la mayoría de adultos los problemas de audición también son un mundo desconocido. Por ello, espero que después de leer “Leo y sus audífonos” y/o este artículo, tomes conciencia de la importancia de una detección precoz de la sordera y de su temprana intervención en niños.
A ti que no te conozco (o si), no pases por alto este fenómeno. Un niño que oye es un niño feliz, un niño que necesita vivir en sociedad. Puedo decirte que día a día veo a niños como Leo que están totalmente adaptados en su medio y con un rendimiento académico exitoso. Y todo ello gracias a algo tan sencillo como una detección precoz y a un par de aparatitos.
Cuando a Leo le colocaron los audífonos fue cuando empezó a disfrutar de las pequeñas cosas, los pequeños matices que ocurren en el día a día: el sonido de los pájaros, las risas, las canciones, los coches ruidosos…eso no debería ser una sorpresa para un niño. HAY MUCHO POR OÍR.
Puedes encontrar una versión más extendida del cuento de Leo en la página de Phonak.
Para más información nos puedes llamar al teléfono 941 27 41 69
Isabel Olleta
“Tratar con cuidado. Contiene sueños”, el cartel invisible que llevan todos los niños
Todos los niños están hechos de un material delicado, inocente, quebradizo, onírico, magnífico. Todos ellos son mentes burbujeantes que transforman sus juegos en sueños por crear y aspiraciones por cumplir.
Cuando contemplamos a los niños tenemos que ser conscientes de eso, de que somos sus entrenadores, los responsables de sus ensueños, de sus ganas por vivir, de su autoestima y, en definitiva, de su construcción.
Esto es esencial si nos paramos a meditarlo. Si pensamos en construir una casa, enseguida nos damos cuenta de que tenemos que empezar por la base, ya que si la empezamos por el tejado no hay nada que la sostenga. Con la educación pasa lo mismo, si queremos una base sólida tenemos que comenzar a construirla cuanto antes, desde abajo o, lo que es lo mismo, desde las edades más tempranas.
Todos los niños tienen necesidades especiales
Todos los niños tienen necesidades especiales porque cada niño es único. Desde su ritmo de aprendizaje hasta la expresión de sus ideas, emociones y sentimientos, TODO EN LOS NIÑOS ES PERSONAL E INTRANSFERIBLE.
A los pequeños hay que darles amor y respeto en grandes cantidades. Hay que escuchar sus ideas, sus locuras y sus sueños. Cerrar los ojos y encandilarnos con sus palabras y con sus aspiraciones.
El primer paso, sin duda, es dedicarles TIEMPO. Eso significa mantener la calma ante una rabieta, ayudarles a manejar sus emociones, darles estrategias de regulación, jugar con ellos, introducir la creatividad en su vida y, en definitiva, no ponerle límites a sus sueños.
A educar se aprende educando. Esto parece una obviedad y, por ello, tenemos que prestar especial cuidado en no caer en falsas creencias. No lo sabemos todo y, desde luego, no todo lo que “intentamos” lo estamos haciendo en el momento adecuado (para ellos y para nosotros) o en la intensidad adecuada.
Eso de “la teoría me la sé pero la práctica es otra cosa” es un escudo que nos ponemos, una barrera que nos limita a la hora de abrir nuestra mente y caer en la cuenta de que quizás no estamos poniendo todo el empeño que deberíamos si queremos cambiar algo de nuestro estilo de crianza.
No obstante, sin desviarnos del tema central de nuestro artículo, debemos destacar que el pilar esencial de la educación es dar alas a nuestros hijos para que cumplan sus sueños. Si les limitamos con frases y actitudes del tipo: “esto es muy difícil para ti”, “como sigas por ese camino solo vas a ser un delincuente”, “no hagas esto a tu manera, hazlo a la mía”, etc., solo vamos a conseguir niños inmóviles, niños indefensos, conformistas y sin aspiraciones.
Conservar su cartel, conservar sus sueños
Si les damos esperanza, los niños tendrán esperanza. Si confiamos en ellos e incluso dejamos que se tropiecen, aprenderán nuevas estrategias. Con nuestro miedo irracional, solo lograremos generarles ansiedad y desconfianza en sí mismos. Los haremos frágiles y ROMPIBLES, provocaremos que se transformen en quienes no son o, mejor dicho, en quienes ellos no quieren ser.
Ese es un precio tan alto que no podrán asumirlo, pues se convertirá en un valor al alza en su vida. Por eso, la única urna de cristal que tienen que conservar los niños en la etapa en la que están es aquella en la que depositan sus sueños, las creencias sobre sí mismos, su autoestima. Es a ella a la que se podrán aferrar cuando algo vaya mal, es decir, cuando se encuentren con las barreras propias del entorno.
Porque esas barreras son las únicas que no podremos eliminar de su camino, son las que van a estar ahí presentes aunque nosotros odiemos su existencia. Por eso la infancia es el momento más importante de la vida, porque es ese instante cuando los suspiros no se producen al pensar en imposibles.
Es esa etapa en la que no hay nada que se te resista, en la que tus cualidades son tuyas y de nadie más, en la que no te miras al espejo comparándote con el de al lado, en la que si admiras a alguien es por su heroicidad. Así que ayudad a los niños a buscar sus cualidades cada día, preguntadles por su momento favorito del día, por su deporte preferido, por las cosas que se les dan bien.
Dejadles que se sientan importantes, que os enseñen a recortar, a hacer un dibujo, a moldear plastilina, a darle al balón con potencia. Dejadles que se entusiasmen, que aprendan que tienen mucho que aportar aunque sean “pequeños”. Y, para que crezcan, mostradles mil y una maneras de hacer las cosas, de controlar sus enfados, de compartir su desagrado y su alegría.
No dejéis que se vayan a la cama sin haberse dicho cosas maravillosas a sí mismos, sin destacar sus mejores cualidades más agradables, sus logros, sus sueños y sus aspiraciones. Ganad tiempo, ganad calidad, valorad sus éxitos, comunicaros con ellos. Porque os lo aseguro, es más fácil criar a un niño fuerte que reparar a un adulto roto.
El Centro Isabel Olleta es centro autorizado de La Rioja para adaptar el nuevo sistema auditivo ADHEAR de MED-EL para conducción ósea, sin intervención quirúrgica, pensado para hipoacusias conductivas unilaterales o bilaterales ya sean temporales o crónicas y sorderas unilaterales.
ADHEAR es un dispositivo no implantable que, gracias a su tecnología revolucionaria, no aplica presión sobre la piel. Esto lo convierte en la solución ideal para aquellas personas que sufren una hipoacusia transmisiva que conservan una buena audición por vía ósea.
El sistema se compone de un adaptador adhesivo, que se coloca sobre la piel detrás de la oreja, y de un procesador de audio que se acopla al adaptador adhesivo. El procesador de audio transmite el sonido en forma de vibraciones al adaptador adhesivo y de ahí al hueso.
Las vibraciones son entonces enviadas al oído interno a través del hueso, donde son procesadas como sonido. ADHEAR está indicado para hipoacusia conductiva unilateral o bilateral, ya sea temporal o crónica. Y sordera unilateral con audición normal en el oído contralateral.
En este vídeo se puede ver como se coloca y como funciona este dispositivo:
Si deseas más información de ADHEAR pulsa sobre el siguiente enlace: http://www.medel.com/es/adhear/
ADHEAR: PEGAR, UNIR, OÍR
Para más información nos puedes llamar al teléfono 941 27 41 69
Isabel Olleta
Alimentación y lenguaje
De todos es sabido que a lo largo de nuestra vida el tipo de alimentación y la dieta que seguimos va evolucionando en función de nuestras necesidades. Desde el momento que el niño nace y acude por primera vez a la consulta de pediatría, el profesional encargado de hacer sus seguimientos va dando pautas a los padres del tipo de alimentación que dicho niño debe seguir y los cambios que hay que ir introduciendo en la dieta.
Es alrededor del año de edad, incluso un poco antes, cuando debemos empezar a incorporar alimentos sólidos. Pero, ¿qué puede pasar cuando, por diferentes causas, no hacemos la transición a la alimentación adulta en el momento adecuado? ¿está esto relacionado con el desarrollo del lenguaje?
Tenemos que tener en cuenta que la musculatura que utilizamos para masticar es la misma que utilizamos para hablar. La mejor manera de ejercitar y fortalecer esa musculatura y aprender a coordinar todos sus movimientos es llevar a cabo el acto de masticación. Además, nuestros dientes van evolucionando y cambiando en función de las necesidades del momento, por lo que el proceso de alimentación influye directamente en el correcto desarrollo de la dentición.
En el momento del nacimiento, incluso antes de éste con aparición de primeros reflejos como el de succión, los órganos encargados de la alimentación y el habla empiezan a trabajar y desarrollarse para alcanzar un punto óptico de fuerza y precisión.
A medida que vamos introduciendo nuevas texturas los músculos tienen que ir adaptándose a las mismas y ejerciendo fuerzas diferentes para conseguir formar el bolo alimenticio y superar el proceso sin problemas.
Desde el punto de vista logopédico, cuando se nos presenta un niño con dificultades para la articulación de algunos sonidos o con una expresión oral ininteligible, debemos recoger información acerca del tipo de alimentos que el niño ingiere (líquidos, semisólidos o sólidos), así como de las texturas de los mismos (espesos, con “grumitos”, le gustan o no las texturas suaves tipo macarrones…). A partir de ahí podemos iniciar el trabajo con el niño y con la familia.
Es importante distinguir entre los niños que presentan un problema sensorial con las texturas (en cuyo caso el tratamiento irá dedicado a minimizar esa hipersensibilidad oral y paralelamente hacer un trabajo de lenguaje) y los niños que únicamente son selectivos con las comidas y no tienen dificultades reales (no comen pollo o verdura pero son capaces de comer chocolate, chucherías y patatas fritas), en cuyo caso además del trabajo logopédico habrá que realizar un trabajo de modificación de las conductas alimenticias.
¿Qué podemos hacer en casa?
-Es importante seguir en todo momento las indicaciones del pediatra en cuanto a alimentación.
-No retrasar la retirada del biberón (aproximadamente al año) y el chupete (entre los dos y los dos años y medio).
-Dejar que el niño utilice vasos antivuelco para leche, agua y demás líquidos.
-Cuando estemos en la fase de alimentación con cuchara, no insistir en ser nosotros los que limpien los restos de alimentos de los labios del niño, sino facilitar que sea él mismo, con su lengua, el que haga los barridos para retirar dichos restos.
-Ofrecer bebidas con pajitas, ya que éstas obligan a mantener los labios cerrados y con un tono adecuado.
-Es preferible presentar los alimentos sólidos cortados en tiras, ya que de esta forma obligamos al niño a desmenuzar con sus dientes dichas tiras antes de poder tragarlas, cosa que no hacemos si los alimentos se presentan en trocitos muy pequeños.
-Adaptarnos al ritmo del niño y no enfadarnos ni regañarle en caso de que el tiempo de la comida se alargue más de lo esperado.
Que el proceso de la alimentación sea natural no quiere decir que sea fácil. Por ello es recomendable acudir a un especialista en caso de que aparezcan dificultades de cualquier tipo a lo largo de su desarrollo.
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Artículo escrito por Mónica Sanz (logopeda y coordinadora del Centro Isabel Olleta)
Isabel Olleta
¿Qué ocurre si no utilizo audífonos? Efectos de la deprivación auditiva
Os acercamos un fantástico artículo de Auris Scientia sobre la deprivación auditiva.
“¡Se va a quedar usted sordo!” escuché a una vendedora de audífonos decir una vez a un paciente que dudaba sobre si ponerse audífonos o no. Dejando al margen la discusión sobre la agresividad comercial de esta afirmación, es cierto que la posibilidad de perder más audición se valora a la hora de decidir si utilizar audífonos o no.
Los pacientes preguntan sobre ello y lo tienen en cuenta para tomar la decisión. Por su lado, los audiólogos intentan asesorar al paciente sobre los beneficios del uso de audífonos y los riesgos potenciales de no hacerlo.
Pero, ¿qué ocurre realmente si una persona con pérdida de audición no utiliza audífonos? ¿Realmente se acelera la progresión su pérdida auditiva? Si entendemos como progresión el empeoramiento de los umbrales auditivos, técnicamente la respuesta es no.
Existen estudios que han mostrado que la progresión de la severidad de la hipoacusia no se acelera ni frena por el hecho de utilizar o no audífonos (Silman, S., Gelfand, S., & Silverman, C.A., 1984; Gelfand, S.A., Silman, S., Ross, L., 1987). Sin embargo, si nos fijamos en la capacidad del sistema auditivo para procesar el sonido, la deprivación auditiva (reducción total o parcial de estimulación auditiva) sí podría tener un efecto perjudicial.
Numerosos estudios han indicado que la deprivación auditiva podría provocar un empeoramiento de los porcentajes de reconocimiento verbal (Silman, et al. 1984; Gelfand, et al. 1987; Hurley, 1999). No obstante, estos estudios deben ser interpretados con cautela debido a la baja sensibilidad de la logoaudiometría para detectar cambios en la capacidad de reconocimiento verbal del paciente.
“Existen evidencias que indican que solo tres meses de deprivación auditiva bastarían para que se produjera una reorganización del córtex auditivo”.
En un estudio de 2009 sobre los efectos de la exposición al ruido, Kujawa y Silverman demostraron que se puede dañar el sistema auditivo mediante la exposición a ruido sin que se produzcan cambios en el audiograma, y que estos cambios pueden reducir, por ejemplo, la capacidad de reconocimiento verbal en ruido.
¿Podría la deprivación auditiva provocar un efecto similar? Numerosos estudios han demostrado que la falta de estimulación auditiva puede provocar reclutamiento de áreas del córtex auditivo por parte del córtex visual (e.g. Campbell and Sharma, 2016).
Este fenómeno, conocido como reorganización funcional, ha generado mucho interés por sus efectos en niños y adultos con hipoacusia profunda. Sin embargo, la reorganización funcional también puede ocurrir en adultos con hipoacusia leve y moderada.
Campbell y Sharma (2014) estudiaron los efectos de la deprivación auditiva en adultos que no utilizaban audífonos y tenían umbrales auditivos que oscilaban entre hipoacusia leve y moderada. Todos los participantes mostraron evidencia de reorganización funcional, además de una correlación entre los efectos de la reorganización funcional y peores resultados de reconocimiento verbal en ruido.
Actualmente no está claro cuánto tiempo ha de transcurrir en humanos desde la aparición de la hipoacusia para que se produzca una reorganización funcional del córtex auditivo (Glick y Sharma, 2017), aunque existen evidencias que indican que solo tres meses de deprivación auditiva bastarían para que se produjera una reorganización del córtex auditivo (Campbell y Sharma, 2014).
En conclusión, los estudios publicados hasta la fecha no indican que los efectos de la deprivación auditiva provoquen un empeoramiento de los umbrales tonales. Sin embargo, déficits en la estimulación auditiva podrían provocar reorganización funcional donde las áreas auditivas son reclutadas por estímulos visuales y/o sensoriales, independientemente del grado de hipoacusia y de la edad del sujeto.
Parece que este fenómeno sí empeora la función del sistema auditivo, especialmente la habilidad de reconocimiento verbal en silencio y en ruido.
Actualmente no existen en la práctica clínica indicadores que permitan predecir el resultado de la intervención audiológica en adultos sometidos a deprivación auditiva (Glick y Sharma, 2017). No obstante, la adaptación temprana de audífonos evitaría la deprivación auditiva y, por tanto, los efectos perjudiciales de que ésta tiene en la organización funcional del córtex auditivo.
Referencias
Campbell, J., Sharma, A., 2014. Cross-modal re-organization in adults with early stage hearing loss. PLoS One 9, e90594.
Campbell, J., Sharma, A., 2016. Visual cross-modal re-organization in children with cochlear implants. PLoS One 11, e0147793.
Dalzell, L.E., Merle, K.S., y Dalzell, S.M. 1992. Speech recognition decline for monaural hearing aid users: Aided versus unaided ears. Paper presented at the Meeting of the American Speech-Language- Hearing Association, San Antonio, TX.
Gelfand, S.A., Silman, S., Ross, L. 1987. Long-term effects of monaural, binaural, and no amplification in subjects with bilateral hearing loss. Scandinavian Audiology, 16, 201-207.
Glick, H., & Sharma, A. (2017). Cross-modal plasticity in developmental and age-related hearing loss: Clinical implications. Hearing Research,343, 191-201.
Hurley, R.M. (1999). Onset of auditory deprivation. Journal of the American Academy of Audiology, 10(10), 529-534.
Kujawa, S.G., Liberman, M.C., 2009. Adding insult to injury: cochlear nerve degeneration after “temporary” noise-induced hearing loss. J. Neuro- sci. 29, 14077-14085.
Palmer, C.V., Nelson, C.T., y Lindley, G.A. 1998. The functionally and physiologically adult auditory system. Journal of the Acoustical Society of America, 103(4), 1705-1721.
Sharma, A., Glick, H., Campbell, J., 2016. Cortical plasticity and reorganization in pediatric single-sided deafness pre-and postcochlear implantation: a case study. Otol. Neurotol. 37, e26-e34.
Silman, S., Gelfand, S., y Silverman, C.A. 1984. Late-onset auditory deprivation: Effects of monaural versus binaural hearing aids. Journal of the Acoustical Society of America, 76(5), 1357-1362.
Isabel Olleta
PRESENTACIÓN DEL LIBRO: “Atención Temprana del niño con déficit auditivo de 0 a 6 años: cómo asesorar e informar a la familia en todo su desarrollo”
Isabel Olleta
«Todos me decían: ‘No te preocupes, ya hablará’»
A Lucía le costó empezar a hablar, y las pocas palabras que pronunciaba eran ininteligibles. «Hasta para mí, que soy su madre. Ahora tengo otras dos niñas pequeñas y mucha gente no las entiende, pero yo sí. Pues a Lucía ni yo».
A veces, Zuriñe Lasa sabía que su hija mayor le estaba pidiendo el bocadillo, pero esa no era la palabra que salía de la boca de la niña. «Cuando tenía tres años fuimos al logopeda pensando que tenía un retraso en la adquisición del lenguaje».
Aunque todos los mensajes que recibía eran tranquilizadores. «La gente te dice, hasta el pediatra, ‘no te preocupes, ya hablará’». O el socorrido «cada niño tiene su ritmo». Y le contaban anécdotas, como el hijo de fulanita, «que hasta los seis años no decía una palabra y ¡mira ahora!».
Pero la inquietud se convirtió en verdadera preocupación cuando Pablo, a quien Lucía lleva tres años, empezó a hablar «y lo hacía mejor que su hermana. Es realmente cuando te empiezas a mover y decir: aquí pasa algo».
Lo que pasa es que Lucía tiene TEL, Trastorno Específico del Lenguaje. Este desorden se define como la dificultad para la adquisición y desarrollo del lenguaje que no está justificada por ninguna otra causa como un déficit intelectual, neurológico, sensorial o emocional, ni por un trastorno generalizado del desarrollo.
Se dice que son extranjeros en su propio idioma. Zuriñe, como la inmensa mayoría de los ciudadanos, tampoco sabía lo que era el TEL hasta hace no tanto. Lo que sí veía es que su primogénita tenía muy poca intención comunicativa, «no tenía ganas de hablar». Así que como otros niños en su situación, desarrolló la comunicación no verbal. «Señalaba las cosas, se hacía entender con gestos». Y le gustaba estar sola.
Aspectos a los que no dio tanta importancia hasta que empezó a crecer «y ves que se empieza a frustrar. Era una niña enfadada». Zuriñe, que vive en Donostia, reconoce que como madre es «muy frustrante» el hecho de que no veas a una niña feliz. «Siempre estaba enfadada. No tenías claro el porqué, pero igual podía estar dos horas enfadada».
Además de al logopeda, también fueron a la consulta de un psicomotricista, «que dijo que no había ningún problema psicológico, que era una niña que expresaba bien sus emociones. Ahí me quedé sin saber qué hacer». También consultaron con un otorrino, «porque a veces le llamabas y no respondía».
¿Y si no oía? Oía perfectamente. Y mientras tanto, «el pediatra me decía que todo era normal», y en el colegio le hablaban de una niña «muy tímida y con qué carácter, porque a veces no le da la gana de hacer las cosas».
El punto de inflexión llegó con el diagnóstico. Lucía tenía cinco años y medio y Zuriñe estaba realmente preocupaba. Tras mucho insistir, «porque de entrada dijo que no», el pediatra derivó a la niña a una neuróloga. «Fue la primera persona que nos dijo que podía ser TEL».
Casualmente, esas mismas fechas una cuñada escuchó una entrevista radiofónica con el experto Gerardo Aguado. Estaba describiendo a su sobrina. Así que fueron a la consulta de Pamplona de este psicólogo y logopeda que, tras unos test, corroboró el prediagnóstico. Lucía tiene TEL. «Te hunde en la miseria, porque quieres escuchar que tiene un inicio tardío en la adquisición del lenguaje, que es algo que se corrige. El TEL es para toda la vida».
Un trastorno que nada tiene que ver con un déficit de inteligencia, que en estas personas es normal. «Lo único que tienen es la dificultad en la adquisición y desarrollo del lenguaje». Lo único y nada más y nada menos. «Incluso cuando te lo explican no lo entiendes». Zuriñe ha comprendido este trastorno a base de «leer y leer» y, sobre todo, tras compartir su experiencia con otras madres de TEL- Euskadi (946526027 ó tel-euskadi@gmx.com). «La asociación me dio la vida», confiesa.
Con adivinanzas
Zuriñe explica que con estos niños es preciso comunicarse «más allá de las palabras, porque sus palabras dicen unas cosas y ellos quieren decir otras. Por ejemplo, Lucía quiere decirte ‘cuchara’, pero en ese momento no encuentra la palabra y entonces te dice ‘para comer sopa’». Busca otro camino.
«Es como jugar todo el rato a las adivinanzas, porque no dicen las palabras que esperas escuchar». Por ello suelen ser de «difícil trato», porque cuando estás con ella «tienes que tener los cinco sentidos activados».
Los niños con TEL suelen responder a preguntas cerradas, pero en cambio es difícil conversar con ellos si se les hacen preguntas como «¿qué has hecho en el cole?». Tampoco suelen comprender chistes , metáforas o dobles sentidos. «Entienden la literalidad». Zuriñe pone un ejemplo. Están en casa de los abuelos y en el suelo hay un boli que ha traído Lucía en la mochila. La abuela pregunta de quién es el boli.
– Mío no -responde la niña.
– Pero cómo que no es tuyo, si lo has traído tú -le contesta Zuriñe.
– Ama, pero es tuyo. La amona ha preguntado de quién es.
Todo esto suele incidir en sus habilidades sociales, que no son su fuerte. «Son niños que, en general, no son muy valorados en el grupo, porque no tienen buena comunicación. Ella va por la calle, un niño de su clase se pone a su lado y ella no entiende que ese niño quiere hablar con ella. Lo mira como diciendo ¿qué haces aquí? Y sigue para adelante». Entonces, su madre le tiene que explicar que si alguien se pone a su lado es porque quiere jugar, hablar con ella…
Obviamente, el TEL tiene unas enormes repercusiones en los estudios. Se estima que hasta el 75% puede sufrir fracaso escolar. Para ellos, la lecto-escritura es el principal caballo de batalla. «Si no hablan bien, ¿cómo van a aprender a leer y escribir?».
Los padres suelen lamentar que estos niños estén «encajonados en un plan de estudios que no está preparado para ellos. No pueden aprender al ritmo del resto de los niños. Es como ir corriendo detrás de un autobús, llegar a la parada y que se te escape. Tienes que correr a la siguiente, llegas y se te vuelve a escapar, pero no puedes dejar de correr», describe Zuriñe.
En su caso, corren y corren. Además del trabajo de logopedia, «Lucía tiene una andereño que viene a casa todos los días después del cole para reforzar todo lo que hace en clase, porque la hora diaria de profesora de apoyo en el cole es insuficiente». Por ahora, y gracias a todo el trabajo extra, Lucía ha conseguido pasar de curso, algo que, no obstante, está siendo complicado.
«El año pasado, por ejemplo, al acabar primero de Primaria no sabía ni leer ni escribir y sumaba y restaba con dificultad. A base de trabajar todo el verano, con un descanso de solo quince días, hemos conseguido que empiece el cole leyendo y escribiendo. Pero en cuanto sus compañeros entren en la rueda, se le van a escapar. No sé si es este o será el siguiente cuando tenga que repetir, pero nunca, aún dando el 200%, va a llegar al ritmo de sus compañeros. Es muy complicado», asume Zuriñe.
Lucía también trabaja la parte psicológica. «Tiene que aprender a empatizar, a entender los sentimientos, porque eso no viene adquirido. Los niños pequeños son como esponjas, pero estos no, no aprenden porque sí, tienes que enseñárselo todo», explica su madre.
Lo mejor, añade, es que con trabajo y con esfuerzo estos niños van avanzando. A su ritmo. Hoy es el día en que Lucía va encantada al colegio y tiene ganas de contar sus cosas. «Lo hará a su manera y tendrás que jugar a las adivinanzas. A veces no le entenderás y se enfadará, pero quiere contarte cosas. Y eso antes no pasaba», cuenta su madre con una sonrisa.
Y sus habilidades sociales han mejorado. «Siempre ha sido una niña huraña, no quería estar con nadie y ahora es mucho más abierta, ha mejorado un montón. Está contenta, porque todo lo que le rodea ha mejorado». Zuriñe no duda de que el diagnóstico ha sido fundamental.
«Creo que antes yo también estaba frustrada y tras el diagnóstico he entendido lo que pasa. Ha cambiado mi actitud, la de la familia, le apoyamos mucho más de la manera que ella necesita, le entendemos mejor. Su intención comunicativa desde el diagnóstico ha dado un vuelco tremendo.
Ahora disfruta, antes era muy difícil porque no entendías lo que pasaba», subraya. Por eso lamenta tanto no haber sabido antes del TEL, cuando su hija tenía tres años, cuando empezó a sospechar. «Hubiera recibido atención temprana, mucha más estimulación…».
Por eso reclama un mayor conocimiento acerca de este trastorno. A la población en general, y a los especialistas que están en contacto con estos niños, en particular. A los pediatras, por ejemplo, para que en las revisiones profundicen más en el desarrollo del lenguaje para favorecer detecciones a tiempo, a los docentes o logopedas.
«Hace falta más conocimiento, porque es algo invisible y pasan como niños tímidos, retraídos, vergonzosos, porque al final son niños que no molestan. Creo que esos profesionales sí conocen el TEL, pero no están especializados. Porque hay tantos tipos, tantas variantes. Uno puede tener dañada la expresión, otro la comprensión, otros los dos… No hay dos niños TEL iguales».
-Someterse a un programa de seguimiento: la cirugía de un implante coclear (IC) requiere un tiempo de adaptación, ya que supone un cambio significativo en la forma de percibir y procesar los estímulos del entorno. Mediante un programa de seguimiento, el programador del implante y el otorrinolaringólogo realizarán la rehabilitación auditiva, basada en ejercicios y técnicas para la habituación de una forma progresiva. Será el profesional ORL quien se encargue de la tarea de revisar la correcta realización de los ejercicios.
-Plantearse pequeñas metas: el paso de la hipoacusia a la audición por implante coclear puede suponer un cambio brusco que afecte a la actividad normal del portador. Para ello es bueno que la persona que lleva el implante no se desespere y se proponga pequeñas metas para orientar mejor su aprendizaje y crecimiento.
-Alejarse de las fuentes de ruido: aunque la exposición a altos niveles de ruido es nociva para todos, a un portador de implante coclear le afecta en mayor medida. Es por ello que debe alejarse de cualquier fuente de ruido para aprender a distinguir los sonidos del ambiente y evitar que se genere confusión en la escucha.
-Pedir ayuda al interlocutor: la pronunciación y el habla de forma relajada hace que el portador del implante coclear adquiera mayores cualidades en el desarrollo de una conversación. Ante un diálogo en grupo es conveniente pedir que se repita la información o que se resuma brevemente. Al mismo tiempo, es vital que la situación se produzca en un ambiente relajado donde sea posible leer labios del interlocutor y evitar que éste hable con el rostro tapado o sin dirigir la mirada.
-Simular conversaciones por teléfono: el uso de esta vía de comunicación es una herramienta muy práctica para la expresión de los portadores de IC. Para comenzar con un uso adecuado de la misma se pueden simular conversaciones adaptadas a una situación real que favorezcan la adaptación.
-Concentración al ver la tv u oír música: en el momento de contemplar la televisión es recomendable fijar la vista detenidamente en quien habla y usar subtítulos en un primer momento. Al oír música es conveniente concentrarse en un sólo instrumento y si es posible, tener la letra de las canciones a mano para poder seguirla conforme a los golpes de sonido.
-Pedir un micrófono u altavoz: en reuniones grupales se recomienda buscar una posición cercana a un altavoz y solicitar el uso de un micrófono. Al mismo tiempo el implantado debe mantenerse lejos de las paredes y de lugares con eco o con acústica pobre en general.
-Revisar la reprogramación del sistema: el sistema tecnológico del implante coclear necesita una reprogramación con frecuencia para adaptarse a las necesidades de su portador. En la consulta del otorrinolaringólogo se evaluará la usabilidad del implante y se atenderá a cuestiones específicas sobre sus ajustes para la mejora de la audición.
-Favorecer el descanso: el esfuerzo por aprender a llevar un implante coclear puede ser una experiencia cansada. Por ello, es recomendable dejar a la mente descansar para no agotarse durante el aprendizaje. La actitud tranquila y paciente será vital para comprender mejor su uso.
-Plantear una visita a un logopeda: un logopeda puede ayudar al proceso de mejora de las habilidades comunicativas y de desarrollo del habla. En los primeros años de vida, estas sesiones pueden suponer un cambio notable en la manera de expresión.
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