Ocurre en muchos casos que los profesores de educación Infantil o Primaria aprecian que a pesar de que las mediciones de audición de sus alumnos son normales (diagnosticados por el otorrinolaringólogo de ser normoyentes) estos actúan como si no oyeran correctamente.
Así pues, en el aula, observan que hay niños que no oyen bien en ambientes ruidosos, que no pueden diferenciar los fonemas y que les cuesta mantenerse atentos en el ejercicio de una actividad cualquiera.
En definitiva, ven una discordancia entre un diagnóstico de normalidad auditiva y lo que ocurre cada día en clase.
¿Qué ocurre para que niños con una audición normal no oigan bien en ambientes ruidosos o no comprendan correctamente?
La respuesta debe partir de que para oír bien no basta con la simple detección del sonido a través del oído, sino que el proceso auditivo es mucho más complejo, hablamos de «qué hacemos con lo que oímos».
Y en esta fase del proceso auditivo, puede surgir el ‘Trastorno del Procesamiento Auditivo Central’, que la Asociación Americana del Habla, el Lenguaje y la Audición (ASHA, 2005) define como la «alteración de todos o algunos de aquellos procesos y mecanismos auditivos responsables de los siguientes fenómenos conductuales: Localización y lateralización del sonido, discriminación auditiva, aspectos temporales de la audición (resolución temporal, enmascaramiento temporal, integración temporal y ordenamiento temporal), desempeño auditivo frente a señales acústicas competitivas …».
Este trastorno es una disfunción en el procesamiento de la información auditiva pudiendo o no coexistir con una disfunción global que afecte el desempeño a través de otras modalidades, tales como déficit de atención o déficit en la representación del lenguaje (Chermak G, 2000).
Independientemente de la coexistencia con otras disfunciones, puede encontrarse con diferentes grados de gravedad.
Puede ser leve en los supuestos de niños que tengan un adecuado desarrollo del lenguaje y buen rendimiento académico, pero que hayan sufrido otitis de repetición continuadas en el periodo de adquisición del lenguaje y como consecuencia presentan una alteración en su conciencia fonológica y mal hábito de escucha.
Y puede ser grave, como es el caso de niños con procesos cognitivos y atencionales más complejos cuyo estudio y abordaje no sólo puede ser auditivo sino que debe abarcar todas las áreas cognitivas, atencionales, psicológicas y del lenguaje.
Para diagnosticar la concurrencia de este trastorno, y de su grado de gravedad, es necesaria la realización de pruebas audiológicas específicas prescritas por ASHA tales como: Test de discriminación auditiva en ambiente silencioso y en ambiente de ruido, Test de procesamiento temporal, Test Dicóticos, etc.
Además, habrá de efectuarse una valoración psico-pedagógica pues existe un alto grado de coincidencia con muchos de los síntomas observados en niños que presentan déficit de atención en su nivel más leve, por lo que será importante tenerlo en cuenta a la hora del diagnóstico.
¿Qué tratamiento seguir?
En primer lugar, el tratamiento debe ser diferente para cada niño, en función tanto de los resultados audiológicos como de los psico-pedagógicos obtenidos en la fase de diagnóstico.
Y, en segundo lugar, el tratamiento debe enfocarse a la mejora de la discriminación auditiva en diferentes ambientes y en especial en ambiente ruidoso, memoria auditiva, memoria secuencial auditiva, hábito de escucha, capacidad de priorizar la palabra ante el ruido, mejorar la atención auditiva y una conciencia fonológica correcta.
Dependiendo del grado de deficiencia a veces será necesaria la utilización de sistemas de FM en el aula (se trata de un aparato que amplifica la palabra y aminora la intensidad del ruido del aula), además de ejercitar y mejorar la discriminación y atención auditiva.
Y, por último, no existen tratamientos rápidos y milagrosos, para que el tratamiento sea efectivo será necesario un trabajo constante de estimulación auditiva y atención de escucha, que la detección y diagnóstico sean lo más precoz posible y exista una buena coordinación y colaboración entre el ORL, audiólogo, el colegio y la familia del niño.
Noticia digital del Diario La Rioja en el siguiente enlace:
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